miércoles, 9 de octubre de 2013

Y nos hace ver que el camino es solo una utopía...

En algún momento podemos derramarnos una taza de café en la camisa justo dos minutos antes de salir por la puerta de casa a coger el metro.
Bajamos corriendo por las escaleras, a esa hora creemos que todos van a pillar el ascensor. Casi sin mirar al cielo entramos en el gran agujero, la chaqueta nos sobra, sudamos y mientras bostezamos se cierran las puertas a los pocos instantes de escuchar un pitido.
Por fin respiramos, miramos el reflejo de nuestro yo en un cristal donde se ven caras tristes, cansadas y tan soñolientas como la tuya.
Mientras intentamos no cruzar la mirada con el mal educado que no le cede el asiento a una señora con dos bolsas cargadas de viandas para hacerle la comida al nieto, nieto que sale de instituto, coge el metro y se sienta...
Poco después de un cambio de línea salimos a la luz, nos damos cuenta que hay mas humedad que de costumbre y aunque hace frío seguimos sintiendo calor.
Ahora caminamos de prisa, ya casi es la hora. Pero corres mas, para que te de tiempo de entrar en el bar de los argentinos regentado por españoles, a comprar un café; te pides azúcar moreno y sin disolverla pagas y dices adiós.
Ya dentro, después de pasar por la tortura de encontrar las llaves en un bolso; tomas un poco de agua respiras y piensas...

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Mañana me voy a tomar un buen desayuno, de esos en los que te exprimen naranjas y huele a migas quemadas, voy mirar al cielo y caminar, voy a decirle buenos días al señor que tiene los mapas del metro, a leer mientras escucho alguna sinfonía alegre y le voy a escribir al príncipe azul para invitarle al café, me voy a poner un vestido y tacones, un maquillaje tenue pero los labios rojos, voy a mirar revistas de moda y a comer dulces, voy a ir por la derecha y así cambiaré el rumbo.                                                

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Mañana, mañana quizás no me levante, me puedo quedar en la cama e invitar al príncipe azul a hacerme compañía, podré escuchar desde mi cama a las vecinas entrar y salir con bolsas, los tacones de la de arriba, y la moto del de enfrente. Podré estar despeinada todo la mañana y dormir la siesta, hacer el amor, volver a dormir y despertar sedienta. Y aún será claro el cielo, y ya la gente no caminará tan de prisa, entonces me haré una coleta y saldré a caminar, sin cascos, sin móvil, sin frenos entre la ciudad y yo...




1 comentario:

  1. La star escribe una historia antes de acostarse, después quizás sueñe con ella. Quizás mañana, al releerla, piense en sus sueños y se acerque a ellos.

    La star se levanta y no tiene tiempo, pero es muy jefa y desafía al viento. El viento lleva otros sueños, distintos; puede que mañana se acerque a estos.

    La star llega a mañana y no es lo que quería. Tampoco es mayor problema; otra historia, otro viento, otro sueño. No hay nada que no aclare el tiempo.

    El príncipe azul escribe una historia antes de dormir, soñará con la star pero no habrá viento. Se levantará ayer y llegará a mañana sin que el tiempo se lo explique, pero volverá a escribir y a soñar y quizás, a tomar café al lado de las nubes.

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