La ley de dependencia debería de basarse en que siempre tengas a alguien que te quiera y te mime a tu lado, alguien que aún sudando por tus incapacidades psíquicas y físicas sea capaz saltar de alegría cada vez que ve un nuevo abrir de ojos.
Querer nos permite eso, la capacidad de no, ver, sentir, leer o escuchar desprecios.
Luchamos porque un segundo de sus sonrisa nos provoca la felicidad de un día entero. Porque hay veces en las que un ser humano dice estar bien cuando en realidad está siendo aplastado por archivadores llenos de millones de palabras y gestos, y he ahí el momento en el que de verdad tenemos que estar, resistir y no abandonar...
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