Alguna vez escuché que los seres humanos somos capaces de percibir en dos segundos de contacto con el semejante, si este nos va a agradar o no. Mi corta experiencia de vida me confirma esta teoría; nuestras intuiciones o percepciones inmediatas son el primer filtro que aplicamos; ahora la cuestión es: Si una vez pasado este filtro realmente somo capaces de abrir nuestra puerta y dejar entrar a esa persona, y cuando digo esto no solo es recibirla en el salón y pasarla al aseo secundario, sino tener todas las habitaciones disponibles para una visita. Hay muy pocas personas que viven en un piso diáfano, y muchas que teniéndolo lo mantienen cerrado haciéndonos pasar una gran pirámide filtros para poder llegar a el.
No podemos olvidar que somos seres humanos, que no todos tenemos la misma capacidad de resistencia, que podemos subir hasta la mitad y por agotamiento perder las ganas de llegar. Si que es cierto que, cuando hemos luchado o vemos luchar al semejante incansablemente nos sentimos valiosos.
Luego están las personas que hacen fotos, pintan cuadros y te regalan estos; y sin tu pedirlo te muestran que su burbuja brilla, y es casi perfecta. Para mi esto es un síntoma de inseguridad, de cobardía y de poca estima al semejante. Qué necesidad tenemos de valorar a las personas por lo que tienen o por lo que no son; cuando realmente lo que todos buscamos es ver el yo, ese interior que guardamos y tanto nos cuesta enseñar, esa verdad que nos lleva a estar relajados ante la presencia de alguien. En vez de trabajar en ofrecer lo que no somos, centrémonos en ser nosotros, con nuestros defectos y por supuesto nuestras virtudes.
Brindemos la posibilidad de confianza al semejante, esto provocará que sea mutua; no creemos barreras; entendamos que hay paredes, a veces mas gruesas que otras; y seamos consientes de hasta que punto somos capaces de llegar; porque no amigos, no hay que engañarse a uno mismo, si sabemos quienes somos sabremos elegir bien a quien queremos.
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