domingo, 22 de septiembre de 2013

Y ese momento donde le dejas entrar...

Fue hace mucho tiempo cuando  empezaron a rasgar sus alas, envueltas aún por un fino hilo de seda.

El ser más valiente es aquel que nunca a experimentado nada, por lo que cuando eres un niño no temes a nada virtual, no hay altura que se resista a tus enanas piernas, ni bizcocho que no pueda ser ingerido por tu minúsculo estómago...

Pero he ahí la cuestión, saltamos y nos comemos la tarta, poco después llegan la escayola y la indigestión, y sin más se nos olvida que en algún momento volveremos a creer, que podemos saltar y correr y embriagarnos y no parar hasta ver el final de ese bote rellenó de un delicioso helado de chocolate... 

1 comentario:

  1. Había nacido en una isla y, aunque el primer viaje le costó 13 millones de lágrimas, ahora sentía que tenía que volar de lado a lado continuamente, cual mariposa. Cuando aterrizaba (a veces pelo rizado, a veces falda tableada) conseguía lo que quería, iba a los mejores restaurantes de la ciudad, volviéndolos a todos locos, terminaba los botes de sus helados favotitos y, cuando se aburría, volvía a volar. La verdad es que estaba siempre exhausta, pero se lo pasaba pipa.
    Permanecía, de vez en cuando, largas temporadas en algunas ciudades, si estas le gustaban. Pero si las cities eran horribles emprendía el vuelo inmediatamente. El dinero no era problema porque, ¿No lo he dicho? era muy guapa. También hacía brujería, pero muy poco, no le hacía falta. Un día saltó aquí, y de momento aquí sigue, hasta que ella quiera.

    ResponderEliminar