miércoles, 31 de julio de 2013

Sed

Poco a poco fue absorbiendo cada mísera gota que aún vagaba en su interior.
Su desazón no era encontrar una fuente virgen, se caracterizaba por su entereza al pasar del tiempo. 
No creía en los milagros y mucho peor no  quería creer.
Y ya con ínfimas dosis, en la ventana sentada, miraba al cielo y cantaba... 
Sólo deseaba ver la lluvia caer...

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