lunes, 10 de septiembre de 2012

Lo normal.

Lo normal, los normales, la sociedad...

¿Qué es ser normal?
En que  nos basamos para decir que algo así, acaso hemos vivido tanto como para saber situar algo o a alguien y etiquetarlos; todos juzgamos de ante mano. Sin darnos cuenta vamos creciendo, pensando, creando nuestro propio libro de admisiones, nos vamos encerrando en el círculo que se crea a nuestro al rededor mientras evadimos sentimientos como la tristeza, la angustia, la añoranza  y va aumentando nuestra capacidad de estar solos, de creer que no hay nada mas compatible que nuestro propio yo. 
Caminamos cada día por el mismo lugar y no sabemos que hay en el, no sabemos quien es el dueño de la tienda que cada día ves cuando vas camino a tu trabajo; no apreciamos el café que bebemos porque se vuelve tan familiar su aroma que nos olvidamos de ese primer día en el que una taza caliente te abraza, te hace parte de su agarradera, te quema y se hace necesaria.

Quizás el saber que están ahí esas pequeñas cosas nos hacen sentir seguros....
 ¿Pero seguros de qué? De que mientras nada varíe, en nuestras vidas no habrá posibilidad de pérdida.

Ya somos conscientes de que nada es eterno y de que la eternidad nos aburre, y entonces por qué no hacemos que dentro de la durabilidad exista la creación. Compramos zapatos caros porque el saber que van a estar ahí por mas tiempo y en mejores condiciones nos hace sentir que hemos elegido bien. Por desgracia hay muchos adoquines que dañan nuestras suelas, y aunque existen alfombras rojas no todos todos los días podemos pasear por ellas. 
Entre las personas ocurre lo mismo; buscamos siempre el modelo diferente, el irresistible, ese que nadie lleva; queremos los amigos perfectos, la familia añorada y la pareja ideal. Y a veces nos olvidamos de sentir de tocar serrando los ojos, de olvidar la maleta y perder el tren; ese tren que como muchos lleva a no se sabe donde. 
No tenemos objetivos. ¿O se le puede llamar objetivo a algo material? 
Tal vez sea yo, o tal vez seamos todos los que callamos, los que por cobardía no actuemos como nuestro cuerpo pide. Hay tantos parámetros que seguir. Desde que nacemos estamos destinados a nuestra familia, venimos de ella y siempre permaneceremos en ella. Puede ser que, el sabernos dependientes de ella nos hace huir de los demás; el miedo si, el miedo de saber que si un día no están tu mundo corre el peligro de cuartearse. Puede que nadie me lea y más, puede que nadie afronte el hecho de sentir, de saberse enamorado de la sencillez, de la diferencia, de los momentos y de la gente...
Puede que algunos como yo, viertan energía en querer, en saborear, en tocar, en amar... Pero puede que muchos no lo hagan por el miedo a fracasar. Y no es que no tema lo mismo, y mucho menos que sea impermeable al dolor, solo que cuando nací algo se abalanzó sobre mi y  grabó en materia una avalancha de sensaciones imposibles de obviar. 
Y no pienso claudicar, voy a permanecer firme, voy a sufrir, voy a llorar; pero voy a amar, voy a ser anormal,  voy a defraudar, voy a no negociar, voy a vivir...


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