El ser más valiente es aquel que nunca a experimentado nada, por lo que cuando eres un niño no temes a nada virtual, no hay altura que se resista a tus enanas piernas, ni bizcocho que no pueda ser ingerido por tu minúsculo estómago...
Pero he ahí la cuestión, saltamos y nos comemos la tarta, poco después llegan la escayola y la indigestión, y sin más se nos olvida que en algún momento volveremos a creer, que podemos saltar y correr y embriagarnos y no parar hasta ver el final de ese bote rellenó de un delicioso helado de chocolate...